5/9/09

Clandestino


CLANDESTINO


“que se mojen las balas”
Joaquín Sabina


“hagamos la del perrito” dijo ella
toda gatuna
con sabor a colonia
del otro lado del río
y a tabaco negro y a ginebra áspera
“la del perrito” volvió a insistir
y erguía devotamente
sus manitas delanteras
a la altura de los hombros
y sacando la lengüita dulce
como un canino necesitado
de caricias y de mimos

la idea no paladeaba demasiado

como te digo
una cosa era compartir el tálamo nupcial
de perdidas batallas ajenas
a oscuras
en silencio absoluto
mientras los niños dormían en la cama cucheta
a pocos pasos de nosotros

te digo
la otra era hacer la del perrito en el baño
a solo una puerta del padre del marido
militar retirado experto en el arte
de la arquería y en el tiro federal
que ahora despuntaba el vicio
haciendo puntería a botellas de cerveza
descerebradas por motus propio
y en fila
india
cabecita negra
bolita
erpio montonero
guerrillero argentino
caído en desgracia
destrozadas una a una siete días a la semana
sin errar un solo tiro

“la del perrito”     “guau guau”
su su rra ba la pichicha
y enterraba la sin hueso
en lo más profundo
de mi oreja izquierda


el baño tenía bañera y pileta
con un solo grifo de agua fría
y el bidé no funcionaba
y una lamparita de 40 w colgaba de un cable
a lo a líba bá
que caía del centro del cielo
como un cabo raso

el lugar no era el apropiado
para dos ovejeros
en edad de merecer
y menos aún cuando se sintió rechinar
la puerta de la habitación
de el uniformado
premio nacional
de tiro al subversivo

“¡a la bañera!” ordenó
marcialmente
suave
mi rin tin tin

y ahí fueron a parar mis huesos
y mi corazón
palpitaba al ritmo
que john bonham
le imprimió a black dog

ahora lassie
acomodaba la cortina de la bañera
dejándome tras ella
como a un desodorante de ambiente
y apretaba el botón del inodoro
sin el más mínimo deseo de simular
se refrescaba las mejillas sonrosadas
y salía abandonando políticamente
el campo de batalla
envuelta en un pareo
que hacia juego con sus ojos
dejando la puerta entreabierta y a mí
tras la cortina de hierro
desnudo
de cuerpo y alma
rememorando algún retrato
de goya y lucientes
caprichos impresionistas
circa un tres de mayo

y como en algunas películas
yo era un voyeur
que observaba por el vano deslumbrante
nacido entre el quicio y la puerta
del que veía nítidamente descansar
un fierro de alto calibre
sobre la mesa
no declarada
como arma de guerra
por la prensa sensacionalista
y al émulo del coronel cañones
degustando en la cocina
un aromático salamín picado fino
con queso gruyeré
y aceitunas y pan alemán
y un paqueto ¿viste? pingüino
pleno de líquido bermellón
y me sentí el protagonista
de la última cena

(la banda de sonido
de este largometraje de misterio
que giraba – diría seguramente la crítica –
dramáticamente a uno de terror
como versión libre de algunos de los relatos
de edgar allan poe
correspondía a la creación espontánea
de mi gatita micifuz
que ronroneaba cachorra
con entrecortados ronquidos
absolutamente alejada
de mi suerte
la minina)

y mis ojos alucinando al capitán metralla
ante los restos de la gran comilona
y el enano de frac terminaba realmente exprimido
en la bacha de la pileta
y un eructo satisfecho culminaba la ceremonia
a la que le faltaba la cereza de la crema
que no era otra que yo
y la luz
que iluminaba
la cocina
se desvanecía
oscureciendo la pantalla
y leí “this is the end, beatiful friend”
y cerré los ojos
completamente
emocionado del film
que acababa
de ver

y retorné
al mundo
de las realidades plenas
ante imposible defensa
con mi arma descargada
sentí un tórrido escalofrío
recorriendo mi columna vertebral
ante el ruido del picaporte de la puerta
entreabierta del baño

que ahora se cerraba
definitivamente





City Bell, 19.09.99





"Clandestino", texto escrito a fines de la década del ochenta o principios de 1990. La fecha indica día de su revisión final. La cita de Sabina corresponde a ese día. "Clandestino" está incluido en El mago y otros textos (1998-1999). 

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