2/7/11

Un manojo de jabón en polvo a la espera de una seca sin olores extraños



ÚLTIMO TREN HASTA OTROS MEDIOS POR VENIR


El de las diez y cinco se suspende. Debo esperar el próximo tren. Lo mejor, comprar el diario para entretener el tiempo por falta del libro olvidado sobre la mesa. Pocos pasos me alejan del kiosco de revistas de la vieja estación. Miro. Los que suelo leer, como páginas de tiempo en diagonal, no existen, no están. Dejan uno o dos, dice el muchacho que me atiende. Ajá, digo yo, y con tono de cabalgata de hípico: Qué bueno que a las nueve de la mañana se esfume información del país real. Salvo estas altas pilas de papel que ni con una escoba nos animamos a tocar. Se ríe el muchacho del kiosco de revistas de la vieja estación. Es cierto, dice, es que editorializa también la cooperativa. Ajonjolí, digo, señalando con índice acusador al baño químico que cruza el Camino del Centenario, el que obsequia el diario del día a todo consumidor que lo solicita. Lava dinero, dice el muchacho. Alguna vez lo mismo se cruzó por mi cabeza. Tal vez no sea extraño lavar dinero en La Plata. Hace algunos años compré un lavarropa. Todavía no aprendí a usarlo. Lo que está y no se usa nos fulminará, tarareo. Antes (en verdad lo sigo haciendo) lavaba las telas íntimas en un balde con agua fría. Las remeras, las medias y los calzoncillos. Pero nunca se me ocurrió lavar dinero. Aunque alguna vez enjuagué remeras con billetes en los bolsillos. Por suerte, los pude recuperar. Los billetes, digo. Lavar dinero en serio, eso sí que nunca se me ocurrió. Soy un mal lavador. La ropa suele quedarme con pintitas blancas del jabón en polvo. A veces, el bonja escasea y las medias no huelen bien aunque se doren a la media sombra del sol. Lamento divagar estas cosas, por la sencilla razón de que olvidé guardar un libro en el bolso, y en el kiosco no están los diarios que quiero leer. Escucho entre el ruido, un tren que se acerca. Una hora y cinco hasta Constitución. Observaré por la ventanilla una minúscula parte del país, con la conciencia limpia remojándose en un balde con agua fría, y un manojo de jabón en polvo a la espera de una seca sin olores extraños, y de otros medios por venir.

Foto: Jmp

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